Un análisis desde Latinoamérica de la agenda climática de la COP 29 con foco en los países andinos
El presente documento, titulado Camino a la COP29, surge de una colaboración entre la Fundación Heinrich Böll en Santiago de Chile y la ONG Uno.cinco, en un momento en que el mundo enfrenta desafíos que entrelazan crisis geopolíticas, ambientales y sociales de una magnitud sin precedentes.
La COP28, celebrada en un contexto de creciente urgencia climática, ha dejado claro que el progreso en la lucha contra el cambio climático sigue siendo insuficiente. Las acciones concretas aún no están alineadas con la meta de limitar el calentamiento global a 1.5°C. Los compromisos actuales, que muchos consideran ambiguos y poco vinculantes, han sido criticados por no reflejar la magnitud de la crisis.
En los últimos años, el mundo ha sido sacudido por transformaciones geopolíticas profundamente preocupantes. La guerra en Ucrania y los terribles sucesos en Oriente Medio no solo han intensificado las tensiones internacionales, sino que también han puesto en evidencia la fragilidad de nuestras estructuras globales. Estos conflictos han generado devastadoras crisis humanitarias, afectando a civiles y exponiendo la interconexión entre la seguridad regional y los desafíos globales.
Estos eventos subrayan la necesidad de una gobernanza climática firme y eficaz, capaz de enfrentar no solo la crisis ambiental, sino también sus intersecciones con las crecientes desigualdades sociales. Como ha advertido OXFAM, el aumento de la desigualdad está exacerbando los efectos de la crisis climática, revelando la urgencia de soluciones que promuevan la justicia social y ambiental a nivel global. La paz duradera y la sostenibilidad deben ir de la mano, abordando las raíces de la desigualdad y la vulnerabilidad frente a crisis múltiples que afectan de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables.
La transición socioecológica justa en los países andinos, especialmente en Bolivia, Chile y Perú, es fundamental para avanzar hacia un futuro sostenible. Estos países enfrentan desafíos complejos, como una alta vulnerabilidad social, la pérdida acelerada de biodiversidad en sus selvas y bosques, la creciente escasez hídrica, y la explotación intensiva de minerales críticos esenciales para la transición energética global con sus respectivas externalidades negativas. La urgencia de implementar políticas que prioricen la justicia social y ambiental exige un enfoque integrador que considere no solo las necesidades de desarrollo económico, sino también la protección de los ecosistemas y los derechos de las comunidades locales. Esto implica un compromiso conjunto de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado para promover una transición que no solo sea ambientalmente responsable, sino que también garantice equidad y dignidad para todos los ciudadanos, especialmente aquellos históricamente marginados y más vulnerables a los impactos de la crisis climática.
Las estadísticas recientes de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) subrayan tanto el progreso como los desafíos pendientes. A pesar del impresionante aumento del 14% en la capacidad de energías renovables globales en 2023, el mundo corre el riesgo de no alcanzar el objetivo de triplicar esta capacidad para 2030, como se comprometió en la COP28. Esto no es simplemente una cifra; representa una brecha crítica que debe cerrarse con una tasa de crecimiento anual mínima del 16.4% para mantener el camino hacia un futuro libre de combustibles fósiles.
Desde el Acuerdo de París en 2015, la meta de limitar el calentamiento global a 1.5°C ha sido un faro rector en nuestro viaje hacia la sostenibilidad planetaria. Aunque enfrentamos desafíos y desviaciones en el camino, mantener este objetivo es crucial para recalibrar nuestras trayectorias y mitigar los impactos ecológicos y sociales devastadores que ya están afectando a sociedades en todo el mundo.
La Fundación Heinrich Böll aboga por una transición socioecológica justa como piedra angular de nuestras acciones. Esto implica no solo la expansión de las energías renovables, sino un cambio profundo en nuestros modelos de desarrollo que integre la sustentabilidad ambiental con la equidad social. Es tiempo de dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles y abrazar un futuro donde la prosperidad esté en armonía con los límites planetarios y las necesidades de todos los habitantes de la Tierra.
En la COP29, no podemos permitirnos repetir errores del pasado. Necesitamos compromisos climáticos vinculantes, mecanismos de cumplimiento efectivos y un enfoque inclusivo que garantice que las naciones más afectadas tengan voz y voto en las decisiones que moldearán nuestro futuro común. La cooperación internacional, la innovación tecnológica y la voluntad política son fundamentales para traducir las promesas en acciones concretas y transformadoras.
Este documento es más que un registro de discusiones y resoluciones; es un llamado a la acción global. Instamos a todos los líderes, desde gobiernos hasta sociedad civil y al sector privado, a unirse en la búsqueda de soluciones audaces y equitativas que preserven nuestro planeta para las generaciones futuras. En la medida en que enfrentamos la crisis climática, debemos recordar que cada decisión, cada política y cada acción cuenta en la construcción de un futuro sostenible y habitable para todos.
Rodrigo Astorga Hering
Coordinador del Programa de Transición Socioecológica
Oficina Santiago de Chile de la Fundación Heinrich Böll