SENA-FOBOMADE
“Todavía me resisto a creer que poner en duda o simplemente ignorar la presencia del maíz en estratos pre-cerámicos en el Perú sea también una estrategia para negar el temprano uso de esta planta en la dieta andina”.
En agosto del 2012 falleció Duccio Bonavia, investigador italo-peruano reconocido por sus grandes contribuciones a la arqueología andina, por la calidad de sus estudios, por el hallazgo del maíz precerámico de los Andes, la domesticación de los camélidos y el desarrollo de las grandes civilizaciones andinas.
Formado en el activo ambiente académico de la década de 1950-60, tuvo como profesores a historiadores como Jorge C. Muelle (arte), al forjador de la etnohistoria andina Luis E. Valcárcel, a Raúl Porras Barrenecha, Mons. Pedro Villar Córdova, arqueólogo, discípulo de Tello, Edward P. Lanning, arqueólogo, alumno de Rowe, Jean Vellard, etnólogo francés con experiencia con grupos étnicos en extinción, como los Uru Chipaya y los Alakaluf.
Bonavia, cultivó una selecta amistad con personalidades como José María Arguedas, con quien hablaba sobre temas indígenas, Bruno Roselli, eminente historiador de arte, Enrique Barboza, filósofo y Ernesto Tabío, un cubano radicado en Lima, con quien exploraba la costa norcentral, para citar sólo a algunos destacados intelectuales.
Con un registro arqueológico meticulosamente ordenado, Bonavia en colaboración con Alexander Grobman, postuló la tesis de un centro andino de domesticación del maíz, una polémica tesis, que se contrapone a otras que postulan que Mesoamérica es el único centro domesticador de la planta, de donde se habría difundido a los Andes. En el sitio Los Gavilanes, Huarmey, Bonavia (1982) excavó extensamente un asentamiento pre-alfarero, donde encontró depósitos de maíz. Para comprobar los resultados de sus análisis, comparó éstos con los resultados de aquellos provenientes de otros métodos de trabajo y acudió al auxilio de otras disciplinas. Así, las investigaciones en Huarmey, son pioneras como trabajo interdisciplinario en el Perú.
La excavación de Los Gavilanes se realizó en área y para un mejor control de sus fechados empleó dos técnicas conocidas: el radiocarbono y la termoluminiscencia, y para darle mayor confiabilidad a las fechas, acudió al servicio de diferentes laboratorios.
Es de destacarse que se trata de uno de los pocos proyectos arqueológicos que ha publicado todos sus resultados. Sobre Los Gavilanes existe una amplia monografía (1982) y más de una veintena de ensayos científicos. Ha sido soslayada por los especialistas que tienden a situarse en la posición de los investigadores norteamericanos que defienden a México como único centro de domesticación del maíz. Al respecto, uno de los expertos peruanos en maíz, Ricardo Sevilla (1994:225,232), el cual precisamente en el libro Corn & Culture editado por Johannessen y Hastorf (1994), afirma categóricamente referiéndose a los trabajos de Bonavia en los siguientes términos: “Sus excelentes críticas sobre la validez de los datos arqueológicos, son de enorme valor en cualquier debate sobre la evolución del maíz”, y más adelante, en otro párrafo asevera: “El maíz precerámico mejor descrito en el Perú es el de Huarmey”. Binford (1972) señalaba que lo crucial de una hipótesis no es la historia de su formación, sino, la de su contrastación con otras para comprobar su validez. La constante preocupación de Bonavia fue precisamente eso, la honesta presentación y demostración de datos y fechas, sin magnificar ni la antigüedad ni el contenido del hallazgo, confrontando con otras investigaciones sobre el tema, presentando el contexto de datos en vez de historia de descubrimientos.
Los Andes Centrales fueron escenario de domesticación de una cantidad de plantas y algunos animales. No existe una razón valedera para negar que también el maíz haya sido domesticado en esta región. “Todavía me resisto a creer que poner en duda o simplemente ignorar la presencia del maíz en estratos pre-cerámicos en el Perú sea también una estrategia para negar el temprano uso de esta planta en la dieta andina”. Bonavia supone que el responsable de esta actitud poco científica, de negar la antigüedad del maíz en los Andes Centrales, sea Robert Bird. Claro está, Bird es etnobotánico con amplia experiencia en los Andes, por cuya razón sus reportes son tomados en cuenta unilateralmente, sin confrontarlos con otras investigaciones, a pesar de que la evidencia de maíz en estratos pre-cerámicos, fueron dados a conocer por arqueólogos norteamericanos y peruanos.
El maíz precerámico ha sido registrado en varios sitios de la costa y la sierra peruanas. En el ensayo se halla un somero pero detallado resumen de los hallazgos, los fechados y el informe de sus descubridores. Para la costa, se menciona a Las Aldas excavado por Lanning (1967) y Culebras igualmente excavado por Lanning en 1958, el sitio de Tuquillo excavado por Bonavia (1982), Los Gavilanes en el valle de Huarmey, este último sistemáticamente documentado y publicado por Bonavia (1981), donde no solamente se ha encontrado la planta en sus diversos componentes, sino también muestras de maíz en coprolitos humanos y de llamas, confirmando plenamente el consumo diario por el hombre y los animales. Hastorf (1985) en una revisión y crítica al libro de Bonavia sobre Los Gavilanes dice claramente: “Este libro proporciona un informe detallado de cada pozo y estrato excavados…”
Una lectura de la monografía sobre Los Gavilanes revela cómo el autor va dando sentido y dinamismo al pasado que de otra forma sería presentado de forma estática. Él va reconstruyendo el comportamiento humano durante del período arcaico, su cultura, e incluso aquellos aspectos relacionados con la salud y la patología. Sin ser necesariamente un militante de la arqueología procesual, Bonavia es uno de los pocos que ha sabido reconstruir el proceso social y cultural de un valle, desde la llegada del hombre con una economía de caza y recolección hasta los períodos tardíos, aunque su atención estuvo centrada en los períodos Arcaico y Formativo. Haciendo una diferencia con otros proyectos, trató de documentar las huellas del hombre de Huarmey, durante todos los períodos prehispánicos, tomando en consideración hasta los más pequeños detalles y restos culturales, así como las del medio ambiente del pasado y del presente. No creo ser exagerado al señalar que la contribución de Bonavia en Huarmey (1960-1979) constituye otro hito arqueológico después del proyecto del valle de Virú (1946-1947).
Entre su principal bibliografía destaca:
– El maíz: su origen, su domesticación y el rol que ha cumplido en el desarrollo de la cultura (2008)
– El arte rupestre del antiguo Perú (1999, con Jean Guffroy)
– Los camélidos sudamericanos: una introducción a su estudio (1996)
– Enseñanza de la arqueología en el Perú (1992, con Ramiro Matos)
– Perú: hombre e historia. I: De los orígenes al siglo XV (1991)
– Los Gavilanes. Precerámico peruano: mar, desierto y oasis en la historia del hombre (1982)
Tomado de: Ramiro Matos Mendieta. 2007. Duccio Bonavia Berber y la arqueología peruana en Revista Arqueologia y Vida No 1: Duccio Bonavia. Museo de Arqueología, Antropología e Historia. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Trujillo. IFEA: Iinstituto Frances de Estudios Andinos.
Para ver el artículo completo: http://www.scribd.com/doc/71224364/Arqueologia-y-Vida-Duccio-Bonavia