LA EXPERTA DESMIENTE EN ESTA ENTREVISTA DOS MITOS QUE SIRVEN DE AVAL A LA PROMOCIÓN DE LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS. TAMBIÉN REMARCA LOS PROBLEMAS QUE ESTE PRODUCTO HA CAUSADO EN PAÍSES VECINOS Y EN BOLIVIA.
Por: Alexis Solaris, Los Tiempos
Oh! ¿Hay alguna circunstancia por la que sea prácticamente imprescindible la siembra de transgénicos? Acá se ha hablado, por ejemplo, de la soberanía alimentaria. Bajo ese justificativo los transgénicos ingresaron a Bolivia
Soberanía alimentaria es la capacidad que tiene un país de autoabastecerse de alimentos, la capacidad de una comunidad de producir alimentos para su propio consumo. Es la idea de producir alimentos primero para el propio consumo y, si hay excedentes, venderlos al mercado interno y, en última instancia, para la exportación. También incluye el derecho de los consumidores a escoger de lo que van a alimentarse. El concepto de soberanía alimentaria incluye además nutrirse con alimentos sanos, con prácticas que no vayan a dañar el medio ambiente ni la salud de las personas.
Entonces, partiendo de esos conceptos, podemos ver si los transgénicos sirven o no para la soberanía alimentaria. Si vamos primero por el concepto de que los pueblos produzcan sus propios alimentos, vemos que, por ejemplo, en Bolivia se produce soya transgénica. Esa soya no es para el consumo humano, no la consumen los habitantes de Santa Cruz, sino fundamentalmente es para la exportación. Y ni siquiera es para una exportación directa porque se exporta primero a Argentina y ese país la reexporta a la China. Y ni siquiera es para la alimentación humana, sino para chanchos, reses, pollos, etc. Entonces si decimos que queremos mejorar la alimentación de la población, no se justifica.
OH! Pero se intenta ampliar a más productos transgénicos, como el maíz
A eso iba. Lo que pasa en Bolivia pasa en otras partes del mundo porque, a pesar de todas las promesas que se han hecho sobre los transgénicos, en el mundo sólo existen masivamente cultivados cuatro tipos de transgénicos: la soya, el maíz, el algodón y la canola o colza. En el caso del maíz, no es el maíz que comemos a diario, sino también es un maíz para alimentar animales.
Por otra parte, los transgénicos que existen tienen dos características: después de 20 años de miles de pruebas y ensayos sobre diferentes tipos de transgénicos, los únicos que han podido posicionarse en el mercado son transgénicos resistentes al glifosato y transgénicos resistentes a insectos. Eso significa que son siempre utilizados en asociación con herbicidas. Eso tampoco implica una alimentación sana, más si pensamos en las zonas donde se cultiva que son totalmente bañadas por glifosato. Ello implica impactos ambientales y en la salud de la gente que sufre las fumigaciones.
OH! Qué me dice del debate tan abierto que hay sobre los transgénicos: unos señalan que no está comprobado que hagan daño y otros que no está comprobado que no hagan daño. ¿Qué hacer en ese escenario? ¿Se han establecido mayores certezas en el tema?
Existen cada vez más estudios científicos independientes que muestran el efecto que tienen los transgénicos en la salud humana, en la de los animales y en el medioambiente. Cada vez hay más evidencia. He escuchado decir que no existen esas evidencias y pienso que esas personas no han leído la bibliografía disponible. Por ejemplo, pensemos en los cultivos BT que son los que producen su propio insecticida. Hay reportes de la India sobre los problemas que tienen los trabajadores que recogen el algodón transgénico. Sufren de enfermedades en la piel y de muchas alergias. Hay también estudios hechos en diversas universidades donde se muestra que los transgénicos producen tumoraciones en ratas y daños a ciertos órganos, sobre todo a los que tienen que ver con el metabolismo. Entonces sí hay muchos estudios que muestran los impactos de este tipo de cultivos.
Ahora, es cierto que hay otros estudios que muestran que los transgénicos no hacen daño. Todo depende de cómo se haga el diseño del experimento porque este diseño es siempre hecho bajo un marco conceptual. Se dice muchas veces que la ciencia es neutra, pero en la realidad no es neutra. La falta de neutralidad de la ciencia empieza por el diseño que se hace para el experimento.
En todo caso, Bolivia, por ejemplo, es parte del Convenio de Biodiversidad y este convenio reconoce el principio de precaución. Este principio establece que cuando existe dudas sobre el daño que puede producir alguna tecnología o proyecto en la salud o el medioambiente, se deben aplicar medidas para que ese daño no ocurra. Puesto que en este caso hay tanto evidencias que muestran que se producen daños como otras que dicen que no, entonces se debería aplicar el principio de precaución.
OH! Usted menciona que hasta ahora hay cuatro tipos de transgénicos consolidados, ¿sabe a qué más está llegando la experimentación en esta materia?
Hay muchísima experimentación y nuevas tecnologías, pero no es una tecnología fácil. Imagine que se está jugando con una información genética que tiene miles de años de haber sido probada por la naturaleza. Han resultado esos cuatro que mencioné bajo esas dos características. No sabemos si en el futuro puedan salir otros, pero es difícil porque existe mucho rechazo de parte de los consumidores. Por ejemplo, el trigo transgénico está listo desde hace un tiempo, pero los mismos productores de trigo de Estados Unidos no han querido comercializar porque ellos no quieren perder sus mercados. El pensar que ese trigo del que se hace el pan y hasta menciona la Biblia sea transgénico provoca mucho rechazo.
OH! ¿Cuál es la dimensión del daño que han causado los transgénicos en el mundo? Vi, por ejemplo, que en Paraguay se desató una crisis social, daños ecológicos, etc.
Paraguay es uno de los países más afectados del mundo por los transgénicos, sobre todo por el porcentaje que representan dichos cultivos en ese país. Las divisas generadas por la soya transgénica le han creado dependencia. Estuve allá haciendo una investigación y vi cómo se han expandido sobre territorios campesinos e indígenas. Hay masacres involucradas con la expansión de los cultivos transgénicos. Hay ocupación de extranjeros, por ejemplo, de brasileños, que ocupan tierras con la venia de las autoridades, como pasa acá en Santa Cruz.
Usted me dirá que son políticas agrarias, pero debo aclarar que la soya transgénica tiene una característica: no puede ser producida en pequeña escala. La ventaja de este tipo de soya es que facilita la erradicación de malezas. Cuando se produce en pequeña escala en lo que más se gasta es en la mano de obra para erradicar malezas. En cambio con la soya transgénica esa labor se la puede hacer directamente usando el herbicida llamado glifosato con fumigación aérea. Esto permite abarcar grandes extensiones y en poco tiempo.
No se lo podría hacer en pequeña escala, demanda entonces monocultivo y gran escala, grandes extensiones. Eso causa los vaciamientos. Cuando estuve en Paraguay se produjo el drama de todo un pueblo que había sido desalojado que esperaba por soluciones en un parque. En Uruguay hay el problema de las inversiones financieras que buscan arrendar tierras para producir soya en gran escala. Entonces se van generando problemas sociales, de salud y dependencia de un solo producto en detrimento de la soberanía alimentaria.
OH! ¿Quiénes se benefician con el negocio de los transgénicos?
Se benefician tres grupos de poder: el primero son las élites agroindustriales locales que en los casos de Bolivia y Paraguay implican a muchos extranjeros. Luego están quienes venden las semillas y los tóxicos que es básicamente la transnacional Monsanto y en el caso de Bolivia controla el 100 por ciento del negocio. Porque Monsanto es la dueña de la patente de la semilla de soya transgénica. Para el glifosato ya caducó la patente y ahora lo produce también China, pero, por ejemplo, en Brasil, Monsanto presionó para que las compras sean exclusivas de su soya y de su glifosato.
De todas maneras, también los chinos han irrumpido notablemente en el mercado con su producción de glifosato, a tal extremo, que eventualmente la propia Monsanto les compra. El tercer grupo de poder son quienes venden la soya, es decir, las empresas transnacionales Cargill, ADM, Bunge y Dreyfus. Las tres primeras son estadounidenses y la cuarta, francesa; son las cuatro empresas que controlan. Si volvemos al caso paraguayo, allí hay hasta puertos construidos por Cargill, en la misma Asunción, en la capital. Es decir, son empresas que ocupan territorialmente espacios, desplazando otras producciones.
OH! Paraguay, Bolivia, Brasil, Argentina, la India, México…¿cuánto del mundo ya abarcan los transgénicos? ¿Es ya un fenómeno global?
Entre los mitos sobre los transgénicos está el que señala que están en todo el mundo. La Constitución de Ecuador, por ejemplo, declara al país como libre de transgénicos. Hay gente que pregona “los transgénicos están en todo el mundo, no podemos bajarnos del tren de la historia”, pero no es así. Lamentablemente, la zona de mayor expansión de transgénicos es Sudamérica, especialmente el Cono Sur. Hay sobre todo soya y en algunos países ya entró el maíz. En México entró parcialmente, hay una gran polémica. Y hay también en Canadá, con la canola, y en EEUU, con todo, es el reino de los transgénicos.
Aparte de ellos están la India, con el algodón, China y, con alguna producción, Sudáfrica. En suma son muy pocos los países que están produciendo masivamente transgénicos. Pero se nos hace creer que todos los países del mundo lo hacen y con todos los productos, no hay tal.
OH! ¿Y cómo va la tendencia en la batalla global por los transgénicos? ¿Aumenta mucho la producción?
Hay una ONG, financiada por la industria biotecnológica, que cada año saca un informe sobre la expansión de los transgénicos. La sorpresa fue que el año 2015 las hectáreas con transgénicos habían disminuido, un poco, pero habían disminuido. Pero es una batalla muy dura. Quienes promueven los transgénicos son muy creativos e influyentes. Organizan muchos encuentros científicos, buscan declaraciones favorables, incluso de algunos premios Nobel, como sucedió recientemente. Un grupo de ellos salió a favor del arroz dorado, pero con fundamentación muy poco valedera y sin profundidad.
Elizabeth Bravo es una destacada académica ecuatoriana. Graduada en biología tiene un un doctorado PHD en Ecología de Microorganismos. Coordina la Red por una América Libre de Transgénicos, es miembro de la organización Acción Ecológica y también ha ejercido como directora del Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo. A fines de septiembre visitó Bolivia como invitada a diversos foros.
Fuente: http://www.lostiempos.com/oh/entrevista/20161015/elizabeth-bravo-bolivia-debia-aplicar-principio-precaucion-transgenicos