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Diferentes argumentos han sido presentados durante los últimos años para lograr un compromiso gubernamental para la apertura a la liberación comercial de nuevos eventos y cultivos transgénicos en Bolivia. La presión del agronegocio y en especial de las empresas nacionales comercializadoras de semillas y pesticidas, que representan intereses de Du Pont, Dow AgroSciences, Syngenta, Pioneer, Monsanto o Bayer, pone en jaque a las autoridades gubernamentales.
Los casos aislados de utilización de semilla transgénica de maíz pretenden ser utilizados como estrategia del hecho consumado, de la misma manera que en Brasil, pero legalizar transgénicos va en contra de la CPE y las normas en vigencia.
El gusano cogollero es otro de los argumentos. La utilización de maíz Bt transgénico ha incrementado los ataques y severidad de los daños provocados por el gusano cogollero, por lo que al poco tiempo de su uso los agricultores de ven obligados a utilizar más pesticidas para eliminar una plaga más resistente.
La sequía que se ha vivido durante la campaña de invierno 2016 es efecto del fenómeno del Niño, que en las tierras bajas tiene diferentes formas de expresión. Las pérdidas de los cultivos de invierno en Santa Cruz con consecuencia de ello. Pero los cultivos transgénicos no están diseñados para paliar los efectos de la sequía. Si bien el año 2015 fue aprobado en Argentina el primer evento de soya resistente a la sequía (1/36), esta semilla no está siendo cultivada pues depende de la aprobación en China, donde es comercializado el producto, lo cual a la fecha no ha ocurrido.
Apostar a los transgénicos como solución a la productividad es someterse sin reflexión al marketing irresponsable de empresas comercializadoras de semillas y pesticidas. No solo porque los transgénicos no están diseñados para incrementar el rendimiento como lo dicen sus propios promotores, sino porque su objetivo es lucrar con semillas patentadas y pesticidas, como lo demuestran las aprobaciones efectuadas en Argentina y Brasil, todas las últimas de eventos combinados RR y Bt, es decir con resistencia a pesticidas.
La soberanía alimentaria del país depende de su apuesta por la agroecología, es decir una agricultura de bajos insumos y altos rendimientos, con una visión integral del ecosistema para la producción de alimentos.